Sin beca, sin tartera, sin comida

Muchos comedores están vacíos. La desaparición de las becas al comedor, en el inicio del presente curso, dejó en situación de desamparo a los 112.000 niños y niñas que recibían estas ayudas. Consejera y Presidenta, tirando del aparente sentido común de las ricas y famosas, anunciaron que sólo las familias que realmente lo necesitasen recibirían compensación por los gastos en menús escolares.

La tartera se convirtió en el símbolo de este recorte. Los menores podrían abrir su tupper, en algún lugar indeterminado de su cole, bajo la mirada de su profe. Eso, siempre que su familia abonase la cantidad correspondiente: 3,80 euros obtenidos de sumar 2,50 por la vigilancia y 1,30 de luz e instalaciones. Así se lo imaginó una presidenta, así lo contó y así lo hizo. Un sueño de aristócrata popular y frívola. Nada pensado sobre el contenido de la tartera ¿una comida completa y equilibrada? ¿unos pocos cazos de hidratos de carbono? ¿nada? Cuestión menor.

Ni llenas, ni vacías, las tarteras no llegaron a las pesadas mochilas de los escolares. Precios despro- porcionados, imposibilidad de encontrar profes para vigilar, insuficientes espacios habilitados, ausencia de instalaciones adecuadas para guardar y calentar los alimentos transportados. Además, una regulación al margen de la Ley sobre higiene de alimentos o de las orientaciones sobre nutrición infantil. La realidad, muy tozuda, ha dado al traste con la ocurrencia.

El curso avanzado. La crisis también. Más del 50% de las personas sin trabajo no perciben ninguna prestación. El 10% de los hogares con todos sus integrantes en el paro. Las familias con más ingresos desgravando por gastos como los uniformes escolares. Así se dejan de ingresar 90 millones mientras se recortan cerca de 30 millones para becas y ayudas. Así está Madrid. ¿Quién lo necesita realmente?

La Comunidad Canaria abre escuelas en fin de semana y vacaciones para que los menores coman, al menos una vez cada día de la semana. Aquí hay silencio. Asiduas visitantes de famosos mercadillos navideños, organizadoras de cocidos solidarios. No se inmutan.

¿Son cientos? ¿miles? ¿decenas de miles? A alguna se le ha oído decir “los que no comían antes, seguirán sin comer ahora?” Nada dicho sobre los nuevos pobres, la clase media que se hunde. Nada leído de los informes de Cáritas, FOGASA o UNICEF. La desgracia es algo que se mastica a solas. Madres sin comida que poner en el plato. Nada que meter en la fiambrera. Que los niños y niñas guarden su hambre en casa. ¡Qué nos hemos creído! Esto es Madrid.