Encierro para evitar un inicio de curso caótico

Estamos viviendo un fin de curso caótico en Madrid, alimentado por el incumplimiento del Acuerdo Sectorial y la inacción del Consejero de Educación ante los enormes problemas que se viven en la educación, han sido el detonante para que delegadas y delegados de CCOO iniciásemos un encierro a finales de la pasada semana en la Escuela sobre la Marginación de Vallecas.

Este acuerdo que firmamos, el pasado mes de enero, con la entonces Presidenta Cristina Cifuentes, a día de hoy está siendo conducido de forma temeraria e irresponsable a un radical incumplimiento por el reprobado Rafael van Grieken.

El contenido de lo firmado va mucho más allá de mejorar las condiciones laborales o salariales del personal docente. Su cumplimiento supondría una “potenciación del servicio público educativo” y “una mejora en la calidad educativa”, tal como reza el preámbulo del Acuerdo.

En este escenario es en el que exigimos al Gobierno regional la incorporación del profesorado que recoge el Acuerdo, 2800 en total. De los cuales 1200 deben incorporarse el 1 de septiembre del próximo curso a los centros educativos. Este incremento de plantilla debe ser para apoyo en infantil y primaria, perfiles de atención a la diversidad así como para que sea posible que el profesorado de secundaria tenga 18 horas lectivas y pueda dedicar el resto de su tiempo laboral a otras actuaciones educativas imprescindible para la buena atención al alumnado.

La Consejería de Educación, incapaz de cumplir el acuerdo y dialogar con los firmantes, tampoco atiende a las demandas de madres y padres cuando propicia el cierre de aulas necesarias en colegios e institutos (más de treinta centros están en esta situación); o aniquila ciclos de Formación Profesional con demanda del mercado laboral, como es el reciente caso del ciclo “Impresión Gráfica”, en el Instituto de la Paloma. Se trata de actuaciones opacas, sin control social, que realiza la Consejería para seguir recortando y potenciar a los centros concertados. Bajo el lema de libertad de elección, durante la escolarización, se practica un intervencionismo educativo que vulnera el derecho de las familias que eligen escuela pública, la mayoría en nuestra región.

Este ataque sostenido a la educación pública tiene como máximo valedor al consejero de Educación, que también hace oídos sordos a la reclamación urgente de CCOO para sacar adelante un Plan de Construcciones que acabe de una vez por todas con las obras por fases en los centros educativos. Son casi veinte los centros de la Comunidad de Madrid que están sin construir en la capital, en Alcalá de Henares, Paracuellos, Loeches, Colmenar Viejo, Alcobendas, Las Rozas, o Getafe, entre otras localidades. Un listado aún mayor es el de centros con obras inacabadas o pendientes de ejecución que dejan a más de 1000 niños y niñas sin una educación digna.

La falta de interés del Gobierno regional por este plan de construcciones se evidencia en la ausencia de inversiones al sector de la educación. La inversión en Educación tiene el incremento más bajo (3,1 por ciento) que el de la media del conjunto del presupuesto de la Comunidad de Madrid (4,28 por ciento). La educación no es una prioridad.

El desprecio e irresponsabilidad de la Consejería en asuntos como la construcción y el mantenimiento de los centros lo hemos vivido también estos días con su actitud ante la presencia de amianto o en la respuesta del PP a la necesidad de climatización, alegando que no es necesario tomar medidas porque calor hace “una vez cada veinte años”. Es en este contexto en el que desde las Comisiones Obrera reclamamos un Plan Renove de edificios.

A los temas a los que me vengo refiriendo hay que añadir el calendario escolar y el desastre del sistema informático Raíces. Desde CCOO nos opusimos radicalmente a la Orden que regula el calendario escolar, incluso por la vía contencioso-administrativa. A día de hoy, nuestra impugnación sigue pendiente de resolución judicial ante el Tribunal Supremo de Justicia.

Nuestra oposición está basada en la lógica, el sentido común. Y los hechos nos han dado la razón. Y es que, el adelanto de la evaluación extraordinaria al mes de junio -en el que no se han tenido en cuenta fecha de selectividad ni de oposiciones- ni el tiempo que se requiere para planificar y programar las actividades específicas de junio o los cambios de horario del profesorado que podían ser necesario han ocasionado una palmaria inseguridad jurídica a equipos directivos y docentes así como al alumnado. También, la desaparición de la evaluación continua ha llevado a los centros a una situación kafkiana, en la que se tienen que realizar las evaluaciones ordinarias y extraordinarias en menos de dos semanas. Además, la Consejería de Educación, a golpe de consignazo de última hora, da a entender a los centros que tienen autonomía en un marco normativo inexistente, trasladándoles toda la responsabilidad jurídica sobre cualquier irregularidad.

¿Y qué decir del sistema informático Raíces para la “gestión educativa”? Sencillamente que ha sido un capricho político más que se ha demostrado ineficiente e inútil, ya que no ha hecho otra cosa que generar confusión y ansiedad en la comunidad educativa, que se ha visto obligada a publicar los boletines de notas a través del sistema antiguo o a presentar denuncias por la vía administrativa por no tener plaza para su hijo o hija.

Por todo ello, estamos movilizados. Por todo ello nos hemos encerrado. Por la permanente agresión a la educación pública, Porque la economía sale de la crisis pero la educación no.

A pesar de estar reprobado, quizá por ello más, el consejero tiene que cumplir los acuerdos firmados y retomar el dialogo, iniciar un proceso de negociación para que las medidas recogidas en el Acuerdo Sectorial, que tanto necesita la educación pública madrileña, se puedan disfrutar en los centros desde el primer día del próximo curso.

El caos de este final de curso es su única responsabilidad, poner remedio a los problemas que tiene la educación y evitar un nuevo inicio de curso caótico y conflictivo está en sus manos Sr. Van Grieken.